Conocido por marineros de todas las latitudes, el puerto de La Trinité-sur-Mer se puede vislumbrar desde el Puente Kerisper, que cruza sobre el río Crac’h a más de 200 metros de altura. Un verdadero museo a cielo abierto por donde navegan veleros, lanchas y yates procedentes de diversos destinos y de todos los tamaños.
Los transeúntes observan admirados y muchos sueñan con soltar amarras y zarpar rumbo a destinos lejanos, lo cual tampoco sería mala opción para unas vacaciones…
Y si realmente le apetece aprender a navegar, podrá hacerlo en cualquiera de las numerosas escuelas de vela de La Trinité-sur-Mer.